En Chile, anualmente se consumen 1.200.000 neumáticos de camiones y buses, de las cuales 1.000.000 corresponden a unidades nuevas y 200.000 recauchadas. Es decir, por cada 5 neumático nuevos que se consumen, hay solo uno que se reutiliza a través del recauchaje.

Esta relación es horrorosa bajo los conceptos de economía circular que el país quiere fomentar. La reutilización es un paso fundamental para conseguir este objetivo. Mirando a los países OCDE, podemos descubrir que la reutilización de neumáticos de camiones y buses mediante el recauchaje alcanza niveles altísimos. Por cada neumático nuevo introducido al mercado, se recaucha entre 0,8 a 1 neumático. En países vecinos, como Brasil y Argentina, las unidades recauchadas superan a las nuevas en este segmento.

Las razones de lo anterior son evidentes. Un neumático de camión que llega a Chile deja una huella de carbono en promedio aproximada de 360 kg CO2, mientras que uno recauchado, solo 95 kg CO2, de acuerdo al estudio presentado HuellaChile, dependiente de Ministerio de Medio Ambiente, realizado en conjunto por ARNEC y la consultora técnica SUSTREND. Al realizar el cálculo de la situación actual, nos da que anualmente el consumo de neumáticos de camiones y buses genera una huella de 379.000 ton de CO2. Si comparamos la huella que Chile podría llegar a tener con índices similares de recauchaje a países desarrollados, podríamos llegar a 273.000 ton de CO2. Vale decir, generar una reducción de mayor a 100.000 ton.

¿Es posible alcanzar esta reducción?

Por supuesto, tenemos una industria de recauchaje preparada, una norma nacional que regula la actividad NCh3374:2015, una legislación que lo permite y autoridades conscientes de los beneficios que la actividad puede aportar. Bueno y qué falta entonces, en primer lugar entender que el recauchaje no es una actividad de países pobres, sino de países eficientes y sustentables, que el mito del recauchaje poco seguro no tiene base estadística que lo respalde y que los pedazos de neumáticos que se ven en las carreteras corresponden tanto a neumáticos nuevos como recauchados, siendo las causas más común de su origen, la falta de aire. En segundo lugar, que los factores de emisión de los neumáticos nuevos sean considerados en las declaraciones de huella de carbono las empresas de transportes y que las bajas emisiones sean un elemento a considerar en las adjudicaciones de contratos por parte de los mandantes. Por último, nada de lo anterior servirá, si algunas empresas mandantes de transporte prohíben a sus transportistas en uso de neumáticos recauchados, ignorando todos los beneficios al medio ambiente que esta actividad puede generar.